No es coincidencia que el título de este post sea el mismo que el de Víctor Arrambide, historiador y blogger de "El espejo de Clío". Allí, Víctor contaba la amarga experiencia de visitar la tumba de uno de los más grandes historiadores peruanos de todos los tiempos, Alberto Flores Galindo (1949-1990):
Luego de dar una vuelta (en el cementerio de Surquillo) pregunté a los vigilantes si conocían su tumba, pero nadie lo sabía, así que decidí dar una última vuelta, con el propósito de regresar otro día que tenga más tiempo. Entrando hacia la mano izquierda, frente al pabellón que colinda con el colegio nacional que antes funcionaba en la esquina de Marsano y Angamos, había una tumba, sucia, desatendida, destruida en parte, y como depósito de basura, se ve a duras penas dos nombres: Alberto Flores Galindo Segura / 1949-1990, y el de su padre, Carlos A. Flores Galindo.
Sentimiento de tristeza diría yo, o no sé, zozobra tal vez. Ver el estado calamitoso en el que se encuentra la tumba sólo hace sentir eso. No debo recordar quien fue Flores Galindo para la Historia, o que hizo, hago hincapié en que aún se le recuerda, se le lee y se le discute. Este mensaje es para aquellas personas que alguna vez lo conocieron (familia, amigos, colegas, la PUCP, Casa Sur, etc) para que se "pongan las pilas" y se haga algo por el lugar donde descansan los restos de nuestro recordado Alberto Flores Galindo.
Buenas noticias, hace pocos días la familia del conocido historiador ha tomado cartas en el asunto y los resultados son notables. La tumba de Tito hoy luce así:
Sería bueno organizar un homenaje.
2 comentarios:
Hola Jorge
Muy buena noticia...justo la semana pasada estaba pensando en ir mañana aprovechando el feriado, aunque me has adelantado la sorpresa asi que mañana cuando vaya ya encontraré la tumba arreglada.
Saludos
Víctor
No es novedad ese tipos de conductas, la misma tumba de Víctor Raúl Haya de la Torre no es propiedad ni del pap ni de nadie. A pesar que dicho partido ha hecho ganar millones de dólares a los supuestos discípulos de Haya de la Torre sin embargo no son capaces de comprar el propio nicho de su 'jefe y fundador'.
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