Ante una generosa invitación del historiador José Ragas, autor y editor del renovado blog Historia Global Online (que con los cambios de diseño y los contenidos ha dado un salto cualitativo enorme y se ha transformado en uno de los mejores blogs hechos por un historiador peruano), de responder las siguientes preguntas: "¿Es factible la construcción de un Museo de la Memoria en el Perú? ¿Cómo contribuiría su construcción al tan ansiado proceso de Reconciliación?", no pude excederme del límite y le mandé un excesivo texto -ante las complejas preguntas- que ha tenido que recortar y publicar aqui. Recomiendo la lectura de todo el post y de los colegas historiadores Tamara Feinstein, Luis Salcedo Okuma, Emilio Candela y Javier Puente.
A continuación publico el texto completo:
La factibilidad de la edificación de un Museo de la Memoria, en principio y en teoría, debería ser una pregunta retórica en cualquier sociedad que intenta ser democrática y plural. Dejando de lado las excusas –que ni siquiera llegan a ser argumentos- de muchos políticos, existe una serie de dificultades para la construcción de un Museo de la Memoria en el Perú. Primero, aun vivimos en una sociedad post-conflicto (difiero con lo mencionado por el Ministro de Defensa peruano y repetido por algunos medios de prensa que el conflicto no ha terminado porque existen narcoterroristas en el VRAE, en una clara intención de equiparar lo que fue un conflicto armado de envergadura nacional con cientos de miles de víctimas y damnificados, con un fenómeno local y criminal que es el narcotráfico y sus expresiones violentas) y existen heridas abiertas y víctimas que han decidido –en un derecho que debe ser respetado- guardar silencio. El problema no es que el museo sea deseado por la mayoría de la población en una encuesta o en la opinión pública, pues el argumento contrario sería válido también, lo importante –a mi parecer- es que se entienda que existen “memorias” en plural que no van a coincidir entre sí incluso sobre el mismo hecho histórico, y también existen “amnesias” sobre qué y sobre todo para qué recordar. Exponer –recordar- un momento doloroso, como muchos de los horrendos crímenes cometidos durante el Conflicto Armado Interno peruano, no sirve de nada si no hay un reconocimiento del resto de la colectividad y un pedido de perdón por nuestra responsabilidad social, además de las responsabilidades penales que deben ser esclarecidas y sancionadas.
El hipotético “Museo de la Memoria” tiene que cumplir varias funciones para contribuir a un proceso de reconciliación nacional. Primero, tiene que ser un espacio de homenaje y de recuerdo a los peruanos víctimas del conflicto, es decir, la población civil y los miembros de las FF.OO. que dieron sus vidas y su integridad física y psicológica por defendernos. Los miembros de las agrupaciones subversivas y paramilitares no son considerados como “víctimas” como bien menciona el Informe Final de la CVR, debido a que se alzaron en armas contra un régimen democrático (CVR, Informe Final, Tomo IX. Lima: CVR, 2003. p. 109). Segundo, tiene que ser un espacio de conocimiento y de confrontación con el pasado reciente, un museo moderno e interactivo, descentralizado (en Lima, Ayacucho, Huancavelica, San Martín, por poner unos ejemplos) e itinerante, en resumen dinámico, que permita al ciudadano que desee visitarlo no sólo conocer sino además entender que lo sucedido fue en su país (en caso que su cercanía con el conflicto haya sido indirecta) y a la vez que permita otorgar reconocimiento simbólico a los ciudadanos que sufrieron la violencia de modo directo. Tercero, tiene que ser un espacio testimonial, de legado a las generaciones futuras de lo que fue el conflicto armado más profundo y extendido que hemos tenido en nuestra historia republicana. Los contenidos no pueden ser manejados políticamente, y tampoco inmutables, por lo tanto, como último punto, propongo que el museo sea un lugar de producción de información, a todo nivel, desde la discusión académico-intelectual hasta el debate cotidiano, a través de publicaciones, micro-documentales, ilustraciones, cine foros, etc. Esta experiencia ha tenido mucho éxito en zonas marginales de Lima y en ciudades provincianas que sufrieron la violencia directamente.
Así, el museo que se inicia como un espacio de homenaje a los muertos y víctimas, termina siendo un espacio de creación, de vida y un germen para el complejo y largo proceso de reconciliación nacional, que no termina con un museo –por más perfecto que este sea- pero que sí contribuiría al reconocimiento social que impulsaría una reconciliación más duradera y consistente. Para eso se requiere voluntad política y capacidad de gestión, así que es evidente que existen muchas dificultades para la creación de un “Museo de la Memoria” en el Perú actual, pero la propuesta y el debate ha abierto una puerta que va a demorar en cerrar y que debemos aprovechar para incluir todos los argumentos posibles.
Si te gustó, vótalo en
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Historia Global Online (Blog de José Ragas)
Coincido con El Jorobado de Notre Dame (en esperadísimo re-retorno) en que uno de los mejores textos es el de Jaime Bedoya acerca de Ántero Flores-Aráoz. (vía metamorsa)
Don't look back (The Economist). Corta nota de la prestigiosa revista, reproduzco un fragmento: "Some Peruvians are uneasy about reopening the past. If they appear to include Mr García, that may be because worse abuses occurred during his first presidency (1985-90). His vice-president, Luis Giampietri, a retired admiral, took part as a junior officer in the suppression of a violent Shining Path prison rebellion in 1986 in which scores of inmates were killed after they had surrendered. Mr García is surely right when he says that the museum should “take all perspectives into account”. But that is all the more reason for building it."
Con todo respeto, Don Mario... (El Reportero de la Historia)
Con Magaly Solier en Yuyanapaq (Ahora... y en la historia)
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Historia, memoria y violencia en el Perú: Conocer y enfrentar
El arte y la posguerra: imágenes y recuerdos en el Perú
Historia, memoria y violencia en el Perú: Una introducción
A continuación publico el texto completo:
La factibilidad de la edificación de un Museo de la Memoria, en principio y en teoría, debería ser una pregunta retórica en cualquier sociedad que intenta ser democrática y plural. Dejando de lado las excusas –que ni siquiera llegan a ser argumentos- de muchos políticos, existe una serie de dificultades para la construcción de un Museo de la Memoria en el Perú. Primero, aun vivimos en una sociedad post-conflicto (difiero con lo mencionado por el Ministro de Defensa peruano y repetido por algunos medios de prensa que el conflicto no ha terminado porque existen narcoterroristas en el VRAE, en una clara intención de equiparar lo que fue un conflicto armado de envergadura nacional con cientos de miles de víctimas y damnificados, con un fenómeno local y criminal que es el narcotráfico y sus expresiones violentas) y existen heridas abiertas y víctimas que han decidido –en un derecho que debe ser respetado- guardar silencio. El problema no es que el museo sea deseado por la mayoría de la población en una encuesta o en la opinión pública, pues el argumento contrario sería válido también, lo importante –a mi parecer- es que se entienda que existen “memorias” en plural que no van a coincidir entre sí incluso sobre el mismo hecho histórico, y también existen “amnesias” sobre qué y sobre todo para qué recordar. Exponer –recordar- un momento doloroso, como muchos de los horrendos crímenes cometidos durante el Conflicto Armado Interno peruano, no sirve de nada si no hay un reconocimiento del resto de la colectividad y un pedido de perdón por nuestra responsabilidad social, además de las responsabilidades penales que deben ser esclarecidas y sancionadas.
El hipotético “Museo de la Memoria” tiene que cumplir varias funciones para contribuir a un proceso de reconciliación nacional. Primero, tiene que ser un espacio de homenaje y de recuerdo a los peruanos víctimas del conflicto, es decir, la población civil y los miembros de las FF.OO. que dieron sus vidas y su integridad física y psicológica por defendernos. Los miembros de las agrupaciones subversivas y paramilitares no son considerados como “víctimas” como bien menciona el Informe Final de la CVR, debido a que se alzaron en armas contra un régimen democrático (CVR, Informe Final, Tomo IX. Lima: CVR, 2003. p. 109). Segundo, tiene que ser un espacio de conocimiento y de confrontación con el pasado reciente, un museo moderno e interactivo, descentralizado (en Lima, Ayacucho, Huancavelica, San Martín, por poner unos ejemplos) e itinerante, en resumen dinámico, que permita al ciudadano que desee visitarlo no sólo conocer sino además entender que lo sucedido fue en su país (en caso que su cercanía con el conflicto haya sido indirecta) y a la vez que permita otorgar reconocimiento simbólico a los ciudadanos que sufrieron la violencia de modo directo. Tercero, tiene que ser un espacio testimonial, de legado a las generaciones futuras de lo que fue el conflicto armado más profundo y extendido que hemos tenido en nuestra historia republicana. Los contenidos no pueden ser manejados políticamente, y tampoco inmutables, por lo tanto, como último punto, propongo que el museo sea un lugar de producción de información, a todo nivel, desde la discusión académico-intelectual hasta el debate cotidiano, a través de publicaciones, micro-documentales, ilustraciones, cine foros, etc. Esta experiencia ha tenido mucho éxito en zonas marginales de Lima y en ciudades provincianas que sufrieron la violencia directamente.
Así, el museo que se inicia como un espacio de homenaje a los muertos y víctimas, termina siendo un espacio de creación, de vida y un germen para el complejo y largo proceso de reconciliación nacional, que no termina con un museo –por más perfecto que este sea- pero que sí contribuiría al reconocimiento social que impulsaría una reconciliación más duradera y consistente. Para eso se requiere voluntad política y capacidad de gestión, así que es evidente que existen muchas dificultades para la creación de un “Museo de la Memoria” en el Perú actual, pero la propuesta y el debate ha abierto una puerta que va a demorar en cerrar y que debemos aprovechar para incluir todos los argumentos posibles.
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Historia Global Online (Blog de José Ragas)
Coincido con El Jorobado de Notre Dame (en esperadísimo re-retorno) en que uno de los mejores textos es el de Jaime Bedoya acerca de Ántero Flores-Aráoz. (vía metamorsa)
Don't look back (The Economist). Corta nota de la prestigiosa revista, reproduzco un fragmento: "Some Peruvians are uneasy about reopening the past. If they appear to include Mr García, that may be because worse abuses occurred during his first presidency (1985-90). His vice-president, Luis Giampietri, a retired admiral, took part as a junior officer in the suppression of a violent Shining Path prison rebellion in 1986 in which scores of inmates were killed after they had surrendered. Mr García is surely right when he says that the museum should “take all perspectives into account”. But that is all the more reason for building it."
Con todo respeto, Don Mario... (El Reportero de la Historia)
Con Magaly Solier en Yuyanapaq (Ahora... y en la historia)
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Historia, memoria y violencia en el Perú: Conocer y enfrentar
El arte y la posguerra: imágenes y recuerdos en el Perú
Historia, memoria y violencia en el Perú: Una introducción
2 comentarios:
Estimados Jorge,
Todo muy bien con el blog de José Ragas, y con tu artículo; bacanes tus ideas. La idea de incentivar el debate es buena. ¿Pero cómo es posible que se diga que un Museo de la Memoria no existe en el Perú sólo porque no existe en Lima?.
El museo del que se habla no es hipotetico, Jorge. Ese museo ya existe en Huamanga; es conmovedor y fuertísimo y está dirigido, como la Villa Grimaldi de Chile, por los familiares de las víctimas. Saben ustedes que unas señoras que hablan quechua van al museo cada tanto a preguntar por sus familiares desaparecidos? Es un museo vivo y tiene hasta publicaciones y obras de arte de los artistas locales. Hay quienes (extranjeros) se han conmovido y lo han comparado en eficacia con el museo de lo Hololcausto, pese a ser un museo muy modesto y pequeño. Y quien en Lima lo conoce? Por lo visto nadie que escriba en los blogs desde la Ciudad de los Reyes.
Me choca por otro lado que entre los "expertos" consultados en el blog de José Ragas no no se haya consultado a ningún historiador de Ayacucho.
El silenciamiento de Ayacucho así se perpetua por los mismos que quisieran "darle voz" a esta region. Qué ironías! Y después los limeños se quejan de los violentos y "resentidos" ayacuchanos.
Mientras los limeños sigan pensando que el Peru es Lima, nunca vamos a salir de esto.
Así que limeñísimos colegas, sé que tienen buenas intenciones pero hay que desgettoizarse. A salir de Lima, a informarse, pues! El aire de la sierra no le hace daño a nadie.
Sinceramente,
Cecilia Méndez G.
http://www.history.ucsb.edu/people/person.php?account_id=42
Cecilia, gracias por leernos y comentarnos. Cuando estuve en Huamanga para la entrega del Informe Final de la CVR tuve una experiencia muy grata debatiendo en la plaza de armas sobre los contenidos (o los estereotipos) del documento, con población local. Desde entonces no he tenido la oportunidad de regresar y no he ido al museo que mencionas, es una grata noticia saber que ese museo existe.
Ahora, creo que la pregunta de José iba por otro lado. El museo de Huamanga es importante sin duda, pero es un museo local situado en la ciudad paradigmática del Conflicto Armado Interno. Así como el Perú no es Lima y "el Ande" no es Cusco, el Conflicto Armado no es Huamanga o Ayacucho únicamente. Bien conocemos que se trató del conflicto más extendido territorialmente hablando de nuestra historia republicana, y el (los) museo(s) deben responder a esa realidad.
Por eso mi propuesta (la más utópica sin duda) es hacer algo descentralizado que incluya más que Lima y Huamanga, otras ciudades que sufrieron el conflicto de manera diferente, en épocas diferentes y hasta con diferentes actores: Apurímac, Huancavelica, Huánuco, San Martín, Ucayali, Cusco, Puno... y la lista puede continuar. Creo que la sede principal de esta red debe estar en Huamanga, quizá partiendo del museo que mencionas.
En ningún momento intenté dar más voz que la propia, estaba hablando de mi opinión personal y creo que es un estereotipo hablar en categorías tan generales como "limeños" y "ayacuchanos" y los discursos o insultos que pueden aparecer en algunos medios de prensa.
Totalmente de acuerdo con eso de salir de Lima, hay muy pocos historiadores jóvenes que lo hacen. Lamentablemente mi trabajo en los últimos años se ha centrado en Cusco y Puno, no en Ayacucho, y no sobre violencia política como tema central. La mención que haces del museo aumentan mis ganas por regresar a la siempre intensa ciudad de Huamanga.
Gracias de nuevo y espero tus comentarios.
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