14 jul 2010

El cine, la influencia de las imágenes y la historia

El impacto del cine en la audiencia ¿entretenimiento o influencia?
Foto tomada de aqui



El fenómeno cinematográfico es tan complejo que expertos en la materia (de todas las tendencias y especialidades) aun hoy no terminan de interpretarlo. Como todo arte, el cine nos expone un pensamiento o un sentimiento pero nos da la posibilidad de hacerlo nuestro, de reformularlo, de recontruirlo, de entenderlo o de rechazarlo. Pero el cine también es medio de masas, es propaganda ideológica, es medio de concientización, es espacio de crítica social, es testimonio de su tiempo, es documento histórico (historia en sí misma), es el enemigo del pensamiento crítico (en las novelas distópicas se quemaban libros, no filmes, y las grandes pantallas eran las que transmitían los mensajes alienantes) y a la vez un espacio de expresión de quienes hasta hace poco no tenian los medios que proporciona el digital.

Uno de los cuestionamientos más frecuentes que se me vienen a la mente cuando veo un filme que propone una visión articulada del mundo, digamos un cosmos y una clara propuesta acerca del futuro del mismo, y que además es un éxito de taquilla a nivel mundial (pongamos, Avatar), es ¿en qué medida lo visto en la pantalla influencia a los espectadores? No me refiero a que la gente salga de la sala de su multicine luego de atiborrarse de popcorn y gaseosas a gritar: "abajo las transnacionales mineras" ni nada por el estilo. El cine, salvo contadas ocasiones ha conseguido eso y cuando ha sucedido es porque la coyuntura sociopolítica dio pie a manifestaciones post-fílmicas (como en el caso de las proyecciones de Fahrenheit 9/11 de Michael Moore en Estados Unidos, donde las salas de cine prácticamente eran anexos de los locales del Partido Demócrata).

Sobre este tema comparto dos textos que contribuyen al debate. El primero es un post de Carlos González Martínez titulado Sobre la historia y el cine II, dedicado a la influencia del cine histórico en el espectador y en la sociedad. González Martínez afirma:

Es evidente que la televisión y el cine tienen mucha más influencia sobre la sociedad que los historiadores. Las personas forman su composición de la Historia a través de lo que observan en la pantalla y, en ocasiones, con algún libro que cae en sus manos. Los films tienen una capacidad divulgativa infinitamente mayor que la de los estudiosos del pasado, por grandes que sean sus conocimientos o por muy vendidos que sean sus libros. En definitiva, los que forman la conciencia histórica de las personas no son los historiadores, sino la industria del cine. Eso no nos debe llevar a la conclusión de que todo está perdido, sino todo lo contrario: si hay cine histórico es porque la Historia atrae a los espectadores; les interesa. La cuestión pasa a ser qué hacer con el gigante audiovisual; pregunta a la que ya respondimos más arriba. Se trata de influir en las producciones que traten temas históricos, en asesorar a los profesionales del cine para evitar que den una visión distorsionada de la Historia.

Estoy de acuerdo con la primera parte, los medios audiovisuales tienen más influencia que cualquier medio escrito (no sólo los libros) y también comparto la idea que los films puedes divulgar en dos horas lo que un libro en 200 páginas. Pero ahí terminan mis coincidencias con el texto. El "peligro" del cual nos parece alertar el autor es el mismo que ya se expresaba desde los inicios del cine como industria allá por los albores del siglo XX, el reemplazo de los medios clásicos de adquisición de conocimiento por otros nuevos siempre crea miedos y respuestas exageradas como la de "influir en las producciones que traten temas históricos, en asesorar a los profesionales del cine para evitar que den una visión distorsionada de la Historia". Interesante, influir en los filmes para que éstos a su vez influyan de modo ¿correcto, adecuado? en los espectadores. No hay que olvidar que un filme como documento es tan manipulador y manipulable como cualquier otro tipo de soporte, incluyendo los libros (de esos que escriben los historiadores).

Comentario aparte merecería hablar sobre la existencia o validez de los conceptos de "conciencia histórica" o "visión distorsionada de la Historia", eso lo dejamos para otro post. Por último, ¿se imaginan a un director, productor y guionista tolerando los comentarios quisquillosos de un "erudito" en mitología griega para hacer más "realista" la recientemente estrenada Furia de Titanes? ¿O a Mel Gibson, uno de los asesinos más exitosos del "buen gusto histórico", aceptando correcciones en sus mamarrachos fílmicos? ¿Quizá Steven Spielberg debió contratar a algún doctor en historia para que le diga que las Líneas de Nazca no están en Cusco y que los extraterrestres... me entienden, no?

Los carruajes de la antigua Roma, según Gladiator, ya usaban sistema a gas. ¿Será GNV o GLP?

Pero no podemos negarnos a reconocer que el cine, efectivamente tiene un impacto e influencia en la sociedad. No únicamente como un reflejo de la sociedad productora del filme, tesis de Siegfried Kracauer en su obra clásica From Caligari to Hitler: A Psychological History of the German Film, sino como un contraanálisis social, tesis del historiador francés Marc Ferro en su clásica recopilación de artículos Cinéma et Histoire. Pero la influencia se da a otro nivel, no en la de la "conciencia histórica", sino en planos más simples como las costumbres, tendencias, vestimenta, etc. Es decir, ver la última película de Indiana Jones no te va a hacer creer que los mexicanos aprendieron quechua gracias a Pancho Villa (o como sea, y si lo creiste bueno, eres un caso perdido), pero quizá sí te den ganas de ir corriendo a comprarte un sombrero como el del doctor Jones.

La mejor manera de ver un filme

Sobre ese tema el periodista Hugo Beccacece acaba de publicar en ADN Cultura (La Nación) un excelente artículo titulado Cómo el cine nos cambió la vida. En él el autor afirma:

El cine ha sido un activo difusor del consumo y del triunfo de los estilos en la decoración de interiores. Millones de hogares en todo el mundo se adornaron de acuerdo con lo que los espectadores habían notado en la pantalla. Un ejemplo es Laura (1944), una excelente película de misterio de Otto Preminger con la bellísima Gene Tierney en su mejor momento. El film, que se desarrollaba en cuartos y salones elegantes, formaba parte de las producciones que los estudios hacían para atraer al público que no sólo deseaba desentrañar la intriga de un crimen, sino que además buscaba ideas para decorar sus casas. En esos años, había familias adineradas de raza negra que no tenían acceso a ciertas tiendas donde se las discriminaba, pero además estaban las familias negras y blancas que no podían comprarse nada de lo que Hollywood exhibía. Ese público iba a ver películas al estilo de Laura para estar al tanto de lo que se usaba.

El artículo merece leerse completo, sobre todo recomiendo prestar atención a los cánones de belleza masculinos y femeninos presentados en los filmes, desde la despampanante Greta Garbo hasta Sophia Loren, y por otro lado la presencia viril de Marlon Brando o Burt Lancaster. También presten atención a la creación de una estética del suspenso por parte del cine, ¿nunca te preguntaste por qué la oscuridad, una sombra, un ruido, un susurro en la soeldad aun te pone la piel de gallina? ¿Es por instinto de supervivencia ancestral que perdura miles de años, o por culpa de Alfred Hitchcock?

Pero no todo en el cine es pasado. En su intento por imaginar el futuro, la ciencia ficción cinematográfica propone constantemente escenarios y estéticas asombrosas pero a la vez verosímiles. Con el pasar del tiempo, éstos adquieren un valor vintage, pero otros se han vuelto realidad, como en el caso de los iPad de 2001: A Space Odyssey (1968) de Stanley Kubrick o la realidad aumentada que utiliza el cyborg interpretado por Arnold Schwarzenegger en The Terminator (1984) de James Cameron. En el artículo de Charles Arthur hay menciones a Blade Runner, Fahrenheit 451 (no se van a quemar libros, tranquilos) y a Minority Report.

Dos de mis directores favoritos -en lo que respecta a la perfección de la imagen y el respeto por la estética- son Martin Scorsese y Stanley Kubrick. Les dejo un excelente vídeo donde se comparan escenas icónicas de sus filmes. Un deleite.


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1 comentarios:

J. Gamaliel dijo...

Interesantísimo! en verdad no había pensado mucho en la influencia que causa. Creo que ahora tendré más cuidado Ja!
Saludos!