Octubre (Diez días que estremecieron al mundo)
Año de estreno: 1928.
Dir. Sergei Eisenstein (1898-1948).
Año de estreno: 1928.
Dir. Sergei Eisenstein (1898-1948).
En un pasaje del conocido libro de Aleksandr Solzhenitsyn “Un Dia en la Vida de Ivan Denisovich”, dos prisioneros rusos de los campos de trabajo estalinistas discuten sobre el cine de Sergei Eisenstein. Uno de ellos, director de cine, defiende el magnífico estilo y la influencia del cine de Eisenstein por sobre su mensaje ideológico; el otro prisionero difiere amablemente y sustenta su posición argumentando que el verdadero genio creativo debe estar de acorde a la búsqueda de la verdad y en ese aspecto Eisenstein, al estar al servicio de Stalin, no puede ser considerado como tal.
La historia parecería darle la razón a Solzhenitsyn, pues el cine de Eisenstein sufrió de presiones, condicionamientos y censuras por parte de un régimen que no dio tregua ni a sus colaboradores más cercanos. Pero –humildemente, como el personaje de su novela- debo diferir de lo dicho por Solzhenitsyn. El cine de Sergei Eisenstein es una de las expresiones más logradas y geniales de la historia fílmica de todos los tiempos, sobre todo sus obras maestras El acorazado Potemkin (1925) y Octubre (1928).
Octubre es un filme de propaganda política filmado en 1927 y estrenado en 1928, los años de la consolidación de José Stalin como máximo líder de la URSS. Basado parcialmente en el libro del periodista norteamericano John Reed Diez días que estremecieron al mundo, el filme reconstruye algunos episodios de la convulsionada historia de Rusia entre febrero y octubre de 1917. En él, el director desarrolló una serie de técnicas cinematográficas consideradas de vanguardia para la época, sobre todo el montaje de imágenes, cuyo objetivo según el propio Eisenstein era la de crear un profundo efecto en las ideas de los espectadores creando un concepto nuevo gracias a la mezcla de imágenes. Con un lenguaje cinematográfico aun en pañales, las imágenes que muestra Octubre bien podrían haber tenido el efecto deseado por el director.
El filme también tiene otros aciertos, como su acercamiento realista documental, donde resalta la presencia de un “Lenin” interpretado por un trabajador ruso, que a duras penas podríamos distinguir del real. Incluso durante varios años algunos fragmentos de la película fueron utilizados por medios de prensa y documentales de todo el mundo como filmaciones del mismo año 1917. Un punto a criticar del filme es su excesivo formalismo intelectual (el montaje contribuyó a eso) y la falta de emociones provocadas en la audiencia. La intención de Eisenstein es clara, Octubre no es un filme para ser sentido, sino para ser pensado.
El cine de propaganda política, en el sentido estricto de la palabra, es fundado por Sergei Eisenstein. El poder de difusión y aceptación del Séptimo Arte rápidamente llamó la atención de las naciones o de los mismos cineastas que también deseaban enseñar –en el sentido pedagógico de la palabra- los aciertos y ventajas de determinada posición ideológica. Este tipo de cine no deja nada al azar, todo está determinado por el discurso oficial y por la ideología, pero en el aspecto creativo visual tuvo una amplitud y libertad propia de un arte en formación. Paradójicamente, este tipo de cine fundado por los rusos para ensalzar su revolución va a ser utilizado masivamente por sus enemigos para transmitir sus propios proyectos ideológicos. El caso de la Alemania nazi, con Leni Riefenstahl a la cabeza es el más representativo.
¿Qué mensajes de propaganda política vemos en Octubre? El primero es la falta de protagonistas identificables. Son las masas las protagonistas de la revolución rusa, según la historia oficial así que son ellas las que protagonizan el filme. El segundo es el tratamiento visual de los personajes (arquetipos). Los bolcheviques son mostrados como inteligentes, combativos, líderes, mientras que los mencheviques y otros “enemigos” de la revolución aparecen como seres viles, desagradables o subnormales. El tercero es el relato de los hechos, lineales e inevitables, el mensaje es claro: la revolución era inminente pues era deseada por las masas proletarias frente a la dictadura burguesa.
Eisenstein fue un experimentador. Su estilo cinematográfico estuvo condicionado parcialmente por Pavlov y Freud, en el sentido que el efecto de imágenes impactantes puede provocar respuestas psicológicas y perdurar en el subconsciente. Pero también fue un teórico del cine, alguien que sabía que estaba contribuyendo a crear un nuevo arte –algo notable si consideramos el convulsionado contexto social en el cual Eisenstein filmó sus películas- y que se preocupó no sólo en demostrarlo en el écran sino también en diversos libros. Fue quizá esa visión vanguardista y experimental la que le trajo tantos problemas hacia el fin de su vida, cuando a duras penas Moscú le permitía filmar algunos proyectos. El gran cineasta del régimen soviético no pudo ver su último filme estrenado, pues fue censurado hasta varios años después de la muerte de Stalin en 1953. Cuando la segunda parte de Iván el terrible fue proyectada en 1958, Eisenstein ya había fallecido 10 años atrás.
Finalmente, si hay un lugar indiscutible para Sergei Eisenstein sería al lado de David Griffith y Charles Chaplin, otros grandes creadores y desarrolladores de cine del periodo mudo. Gracias a ellos el cine de las décadas posteriores pudo desarrollarse a niveles logrados por Alfred Hitchcock o Stanley Kubrick. El triunvirato mencionado logró convertir al cine en algo muy diferente a la máquina de propaganda comunista que Eisenstein había soñado, sin duda el director ruso no imaginó que estaba contribuyendo a la formación de uno de los bienes de entretenimiento más importantes del mundo capitalista. Sin importar la ideología o las opciones políticas, Sergei Eisenstein sigue inspirando e instruyendo a los amantes del buen cine.
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Octubre (IMDB)
Figuras del cine: Sergei M. Eisenstein
Senses of Cinema: Sergei Eisenstein
Ron Briley. “Sergei Eisenstein: The Artist in Service of the Revolution”. En: The History Teacher, Vol. 29, No. 4 (Ago, 1996), pp. 525-536
La historia parecería darle la razón a Solzhenitsyn, pues el cine de Eisenstein sufrió de presiones, condicionamientos y censuras por parte de un régimen que no dio tregua ni a sus colaboradores más cercanos. Pero –humildemente, como el personaje de su novela- debo diferir de lo dicho por Solzhenitsyn. El cine de Sergei Eisenstein es una de las expresiones más logradas y geniales de la historia fílmica de todos los tiempos, sobre todo sus obras maestras El acorazado Potemkin (1925) y Octubre (1928).
Octubre es un filme de propaganda política filmado en 1927 y estrenado en 1928, los años de la consolidación de José Stalin como máximo líder de la URSS. Basado parcialmente en el libro del periodista norteamericano John Reed Diez días que estremecieron al mundo, el filme reconstruye algunos episodios de la convulsionada historia de Rusia entre febrero y octubre de 1917. En él, el director desarrolló una serie de técnicas cinematográficas consideradas de vanguardia para la época, sobre todo el montaje de imágenes, cuyo objetivo según el propio Eisenstein era la de crear un profundo efecto en las ideas de los espectadores creando un concepto nuevo gracias a la mezcla de imágenes. Con un lenguaje cinematográfico aun en pañales, las imágenes que muestra Octubre bien podrían haber tenido el efecto deseado por el director.
El filme también tiene otros aciertos, como su acercamiento realista documental, donde resalta la presencia de un “Lenin” interpretado por un trabajador ruso, que a duras penas podríamos distinguir del real. Incluso durante varios años algunos fragmentos de la película fueron utilizados por medios de prensa y documentales de todo el mundo como filmaciones del mismo año 1917. Un punto a criticar del filme es su excesivo formalismo intelectual (el montaje contribuyó a eso) y la falta de emociones provocadas en la audiencia. La intención de Eisenstein es clara, Octubre no es un filme para ser sentido, sino para ser pensado.
El cine de propaganda política, en el sentido estricto de la palabra, es fundado por Sergei Eisenstein. El poder de difusión y aceptación del Séptimo Arte rápidamente llamó la atención de las naciones o de los mismos cineastas que también deseaban enseñar –en el sentido pedagógico de la palabra- los aciertos y ventajas de determinada posición ideológica. Este tipo de cine no deja nada al azar, todo está determinado por el discurso oficial y por la ideología, pero en el aspecto creativo visual tuvo una amplitud y libertad propia de un arte en formación. Paradójicamente, este tipo de cine fundado por los rusos para ensalzar su revolución va a ser utilizado masivamente por sus enemigos para transmitir sus propios proyectos ideológicos. El caso de la Alemania nazi, con Leni Riefenstahl a la cabeza es el más representativo.
¿Qué mensajes de propaganda política vemos en Octubre? El primero es la falta de protagonistas identificables. Son las masas las protagonistas de la revolución rusa, según la historia oficial así que son ellas las que protagonizan el filme. El segundo es el tratamiento visual de los personajes (arquetipos). Los bolcheviques son mostrados como inteligentes, combativos, líderes, mientras que los mencheviques y otros “enemigos” de la revolución aparecen como seres viles, desagradables o subnormales. El tercero es el relato de los hechos, lineales e inevitables, el mensaje es claro: la revolución era inminente pues era deseada por las masas proletarias frente a la dictadura burguesa.
Eisenstein fue un experimentador. Su estilo cinematográfico estuvo condicionado parcialmente por Pavlov y Freud, en el sentido que el efecto de imágenes impactantes puede provocar respuestas psicológicas y perdurar en el subconsciente. Pero también fue un teórico del cine, alguien que sabía que estaba contribuyendo a crear un nuevo arte –algo notable si consideramos el convulsionado contexto social en el cual Eisenstein filmó sus películas- y que se preocupó no sólo en demostrarlo en el écran sino también en diversos libros. Fue quizá esa visión vanguardista y experimental la que le trajo tantos problemas hacia el fin de su vida, cuando a duras penas Moscú le permitía filmar algunos proyectos. El gran cineasta del régimen soviético no pudo ver su último filme estrenado, pues fue censurado hasta varios años después de la muerte de Stalin en 1953. Cuando la segunda parte de Iván el terrible fue proyectada en 1958, Eisenstein ya había fallecido 10 años atrás.
Finalmente, si hay un lugar indiscutible para Sergei Eisenstein sería al lado de David Griffith y Charles Chaplin, otros grandes creadores y desarrolladores de cine del periodo mudo. Gracias a ellos el cine de las décadas posteriores pudo desarrollarse a niveles logrados por Alfred Hitchcock o Stanley Kubrick. El triunvirato mencionado logró convertir al cine en algo muy diferente a la máquina de propaganda comunista que Eisenstein había soñado, sin duda el director ruso no imaginó que estaba contribuyendo a la formación de uno de los bienes de entretenimiento más importantes del mundo capitalista. Sin importar la ideología o las opciones políticas, Sergei Eisenstein sigue inspirando e instruyendo a los amantes del buen cine.
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Octubre (IMDB)
Figuras del cine: Sergei M. Eisenstein
Senses of Cinema: Sergei Eisenstein
Ron Briley. “Sergei Eisenstein: The Artist in Service of the Revolution”. En: The History Teacher, Vol. 29, No. 4 (Ago, 1996), pp. 525-536
2 comentarios:
Sergei Eisenstein, gran cineasta y brillante teorico, fue uno de los tantos intelectuales que de buena fe y con ingenuidad, apoyaron el autoritario e intolerante modelo sovietico stalinista. Lo peor es que el sistema nazi no era muy diferente y que el sistema republicano democratico tambien se basa en la division de clases y la explotacion. Solucion: ¡Anarquia! como exigia nuestro Manuel Gonzales Prada.
Leonel, de acuerdo contigo con lo de Eisenstein. El resto es panfleto ideológico de tu cosecha.
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