4 oct 2009

Hitler reloaded. En busca del IV Reich.

Un grupo de jóvenes hace el saludo fascista durante un concierto de 'nazirock' en el 2006.
(Foto: Alessandro Cosmelli)


El radicalismo político es parte indivisible de la política moderna. Desde sus primeras expresiones jacobinas en la Francia posrevolucionaria, pasando por el anarquismo decimonónico, el marxismo ortodoxo, el fascismo europeo, hasta el reciente islamismo, los extremos del espectro político han sido una expresión natural del debate, ya sea desde la periferia o la clandestinidad, o desde el centro mismo del poder y la guerra. Si bien sus propuestas políticas son divergentes, existen una serie de características que hacen a estos grupos radicales muy similares: la predilección por la violencia como estrategia de llegada al poder, el uso de una parafernalia propia a una construcción de identidades excluyentes, la clandestinidad o semi clandestinidad durante buena etapa de su trabajo político, la manipulación ideológica de la historia según la visión dogmática de sus líderes, y finalmente la construcción de un discurso de odio y en algunas ocasiones de exterminio. Cuando alguno de estos grupos ha llegado al poder, disponiendo de los medios del Estado a su alcance, las consecuencias han sido trágicas para sus propias naciones y en algunas ocasiones -las más graves- para el resto de la humanidad.

¿Es de extrañar que luego de las condenables experiencias del radicalismo político del siglo XX, por ejemplo el nazismo, existan en la actualidad grupos que enarbolen una visión reloaded del mismo? Para nada. Para empezar el radicalismo es una consecuencia natural de la frustración y el descontento, y no es necesario tener una situación de crisis económica para ver sus manifestaciones (aunque ese tipo de crisis es la gasolina perfecta para su funcionamiento). Así, estos grupos ven en los cambios sociales una perversión y aberración que debe ser contrarrestada por el orden y la tradición impuesta desde el poder. Por supuesto que este orden y tradición son construcciones nada tradicionales, propias de cada época contemporánea, pero con algunos clivajes asentados en la historia o en actores de la misma.

Leo en el diario El País de España que el fascismo italiano resurge. El gobierno de ultraderecha de Silvio Berlusconi lo tolera, pues gran parte de sus votos provienen de la derecha democrática que ve con buenos ojos a estos grupos que proclaman abiertamente una ideología antidemocrática y segregacionista. El fenómeno no es puramente italiano ni es reciente. El grupos neonazis existen desde el fin mismo del nazismo histórico, ese mismo que fue sepultado bajo las ruinas de Berlín en 1945, y ya se les puede ver de modo organizado desde 1951 en Alemania (sobre el tema ver el libro de Antonio Moyano, Neonazis: La seduccion de la svástica). Desde entonces estos grupos se han desenvuelto entre la clandestinidad y la persecución, elemento que han aprovechado para compararse con el NSDAP luego del putch de Munich de 1923. Las dificultades de reunión y comunicación mantuvieron a estos grupos a raya, reducidos de seguidores y sin posibilidades de ingresar a la política formal, hasta la llegada del internet.


Neonazis criollos. El uso del internet ha permitido que grupos sin mayor aceptación social o mediática
puedan organizarse y difundir sus proclamas de limpieza de sangre.


Al igual que el último Ku Klux Klan, el neonazismo ha encontrado el medio perfecto para difundirse, un medio cuasi anónimo de alcances globales y posibilidades casi ilimitadas, el World Wide Web. Protegiéndose en la libertad de expresión -es conocido el uso y abuso de las libertades democráticas para imponer un proyecto antidemocrático- cientos de grupos han surgido y crecido de modo exponencial en las últimas décadas, y éstos han logrado comunicarse entre sí como nunca antes habían podido. Como bien menciona John Sutherland en su artículo Mainstreaming Neo-Nazism, "La atracción del Internet es que evita el estigma público. Libera el comportamiento anti-social al sacarlo de la esfera social". Paradójicamente, viene ocurriendo lo mismo con la pornografía. Incluso existe un directorio virtual actualizado de lo que se ha llamado "grupos de odio", elaborado por Raymond A. Franklin (documento libre).

Sumado esto a los cambios sociales y tecnológicos propios de la tercera revolución industrial que vivimos, a las migraciones derivadas de la pobreza, a las ideas nacionalistas y racistas, y más recientemente a la crisis económica internacional y a la tolerancia de grupos de extrema derecha en Europa, los seguidores de Hitler y Mussolini versión reloaded parecen vivir una segunda vida que por ratos -como en el caso italiano actual- parece recordar las épocas de los teléfonos blancos del cine italiano o de la leggi fascistissime.


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El fascismo despierta en Italia (Miguel Mora, El País)

Por la libertad de prensa en Italia  (Roberto Saviano, Etcétera)

Neonazis en Perú (Utero.pe)

Habla Joseph Goebbels (LBH)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Las comparaciones de siempre: comparar grupos anarquistas y marxistas con nacional socialistas o islamistas. Que falta que objetividad. Es evidente que existen Red Skins y "Punkis" que básicamente se drogan y la lían, pero hay muchísimos grupos anarquistas y marxistas que organizan un montón de actos culturales y sociales y que hacen cosas por sus barrios y sus vecinos, pero claro lo fácil para la gente y "no complicarse" es compararlo con grupos neo-nazis que dan palizas a "rojos", mendigos, inmigrantes y a cualquier persona que consideren o se le crucen los cables, mientras que los más agresivos (e idiotas) de los izquierdistas sólo "se pegan" con los nazis. Pues nada, sigamos por el camino de "todos iguales" o de "que violentos son todos" o "es un guerra de bandas". Es lo que nos intentan vender para que no veamos con objetividad correcta las acciones e ideales de cada grupo. Un saludo.

Jorge Luis Valdez Morgan dijo...

Lee bien, no mencioné a izquierdistas o a anarcos actuales, sino a las vertientes más radicales de dichos grupos. Sobre el resto, estás hablando de tu entorno y defendiendo tus intereses personales.

Cuánta objetividad.

Tomás Lorenzo dijo...

Si el debate político queda pormenorizado a un "interés personal"; si la política, por lo tanto la acción humana, es lo que yo pienso de la realidad,(es decir que mi subjetividad sublima al objeto y al entorno), entonces Jorge Luis Valdéz Morgan -¡Oh caricatura de Narciso!-, yo te pregunto ¿para qué tenés un blog en el que inspiras al debate? Si en definitiva sólo se trata de lo que cada uno piensa y de la defensa de ese pensamiento, o interés personal, para sí mismo, ¿para qué hacerlo público?
Analiza bien. Cuánta subjetividad.
P.D.: teniendo un blog con el nombre de Hobsbawm, además de autoritaria, tu respuesta me parece extremadamente desacertada, pues este historiador jamás reusaría la confrontación y mucho menos con un argumento excesivamente pueril y desdeñable hasta por un escolar.

Jorge Luis Valdez Morgan dijo...

Tomás, la política no es "la acción humana" per se, es una acción muy específica centrada en la organización de la sociedad. Pero aun así esa definición es incompleta, pues la política también puede ser definida como relaciones de poder y autoridad, o tu opinión personal. Todo ello es política.

Por otra parte, tu respuesta parece confirmar que lo mismo que dices que digo: que la subjetividad sublima al objeto y al entorno.

¿Para qué hacer publico los intereses o pensamientos personales? Porque lo venimos haciendo desde que el ser humano desarrolló el lenguaje, y lo estás haciendo tú al escribir un comentario en un post público. Que en la historia hayan habido épocas y lugares en los cuales esta opinión personal no haya podido ser dicha de modo libre, justamente responde a uno de los aspectos de la política, el del poder y la autoridad.

¿Para qué pensamos? Podría ser otra pregunta interesante, si te quieres poner filosófico.

Siempre trato de analizar bien, gracias por el consejo. Y la cantidad de subjetividad, bueno, cada uno tiene la suya.

P.D. Lo del posdata ya no te entendí.

Saludos.