Así celebra Berlín. Ceremonia por los 20 años de la caída del Muro. EFE (9-11-09)
El día de hoy el periódico universitario de la PUCP, PuntoEdu, publica una nota que por motivos de espacio tuvo que ser reducida. En el portal web han colgado una versión ampliada, pero a continuación publico la versión definitiva, con fotos y enlaces.
Fueron dos noches separadas por 28 años. Una, la del 12 al 13 de agosto de 1961 marcó la separación de una nación cuyo reich de mil años había sido derrotado en poco más de una década. Otra, la del 9 al 10 de noviembre de 1989 fue la de la tan ansiada unificación y el inicio de una nueva vida en libertad. En ambas hay un personaje central: el Muro de Berlín, el mismo que va a marcar la vida de millones de alemanes durante generaciones, y que además representa el gran paradigma de la segunda mitad del siglo XX, la Guerra Fría. Este año se recuerda el vigésimo aniversario de su caída. ¿Qué significó en concreto y en abstracto la construcción y destrucción del Muro? ¿Cuáles fueron sus consecuencias y cómo se le recuerda hoy en día?
Lo primero que hay que enfatizar es que tanto la construcción como la destrucción del Muro de Berlín fueron consecuencias de las políticas implementadas por las grandes potencias occidentales capitalistas por un lado y la URSS por el otro. El muro sentencia una realidad, no es su causa. Así, la separación de facto de Alemania en dos bloques diferenciados y las restricciones a la migración hacia los territorios capitalistas se iniciaron en la década de 1950 creando una frontera interior que a la postre daría forma a dos ‘repúblicas’. Esos dos bloques diferenciados fueron la consecuencia de la primera cuatripartición de Alemania y de Berlín luego de la derrota de los Nazis. Los primeros episodios de la Guerra Fría fueron allí, como el bloqueo de Berlín y el puente aéreo. Luego, quedó claro que Berlín y el sector soviético de Alemania se estaban consolidando como la frontera de la influencia soviética en Europa. La metáfora del premier británico Winston Churchill en la que menciona que en Europa había caído un “telón de acero” parecía cobrar vida en Berlín, pero bajo la forma de un muro de concreto.
La separación real de estos dos modos irreconciliables de ver el mundo, los paradigmas de la democracia liberal capitalista y de la democracia popular socialista no tuvo un símbolo real en los primeros años. Las fronteras entre los bloques eran permisivas aun y el centro de atención se trasladó rápidamente al lejano oriente, con la China comunista y la Guerra de Corea. Paradójicamente el referente más universal de la Guerra Fría no sería una batalla, sino un muro que rodeaba el sector “libre” de la capital de Berlín, pero sus paredes afectaron más a la otra parte, donde los encierros empezaron a manifestarse en casi todos los ámbitos de la vida cotidiana alemana, como ha sido retratado en el extraordinario filme La vida de los otros (2007) de Florian Henckel.
Hacia fines de la década de los ochenta el Muro permanecía inmutable a los acontecimientos que habían calentado y enfriado de modo cíclico la Guerra Fría. Pero los cimientos del comunismo real eran débiles y las reformas de Mijaíl Gorbachov aceleraron la debacle. En Alemania los jóvenes protestaban por los fraudes electorales y la represión del régimen, mientras que las autoridades alarmadas volteaban la cabeza hacia Moscú en busca de ayuda, pero estaban solos y con los días contados. Los sucesos del 9 de noviembre de 1989 fueron una coincidencia cuyo protagonismo estuvo en la prensa y en la televisión. Fue un canal de noticias el que aseguró que los berlineses tenían libre pase por los puntos del control del Muro luego de una confusa orden impartida por el politburó del PC alemán que debía ser aplicada una semana después. Las masas invadieron las calles y se dirigieron con martillos, patas de cabra y hasta con las propias manos hacia ese infame muro que había dividido el corazón de una sociedad. El Muro fue derribado y con él se dio por terminada la Guerra Fría.
A nivel global la caída del Muro de Berlín representa el fin del enfrentamiento de los dos paradigmas más importantes del siglo XX y la aparición de nuevos, como el de la globalización, los regionalismos y el problema medioambiental. Ya no se discute sobre la proliferación de la bomba atómica, sino sobre el terrorismo globalizado. Con el muro se da por finalizado el cortísimo siglo XX (de 75 años de duración), el de las guerras mundiales y la bipolaridad de las potencias. A 20 años de su caída, el Muro –o lo que representaba- nos llama a reflexionar sobre una serie de temas inconclusos, como la dura adaptación de los ex satélites soviéticos a la dinámica del capitalismo neoliberal de los noventas, países en los cuales la esperanza de vida cayó por los suelos y donde hasta en la actualidad hay sectores que recuerdan con añoranza los tiempos soviéticos. O temas irresueltos como la guerra de los Balcanes, producto de la liberación de fuerzas centrípetas en la zona. Más aun, el repliegue y recuperación de la ex URSS, hoy Rusia, como potencia europea y país estratégico en el comercio internacional, gracias a las enormes reservas de gas natural que calientan cada invierno europeo. Por ratos parece en Europa que la Guerra Fría no hubiera acabado, aun se habla de escudos de misiles cuyo rango llega a Moscú, vuelos secretos de la CIA e invasiones rusas a países en donde no están dispuestos a perder influencia. Es sintomático y preocupante a la vez que en Rusia actualmente se esté sublimando la figura de tiranos como Iósif Stalin en la búsqueda de referentes históricos para construir esa nueva nación. El sueño del mundo libre, del fin de la Historia, sigue siendo una utopía.
La larga noche alemana aun pesa en algunos imaginarios. La destrucción comprensible del muro fue seguida por iniciativas de conservación, como piezas de museo viviente, de memoria colectiva –si hay una sociedad que se recuerda su pasado constantemente es la alemana-. Inclusive hay un discurso político construido en base al muro, como el mencionado por la canciller Angela Merkel, en el que enfatiza la unificación ya consolidada y la reconciliación de la sociedad alemana con su pasado. Sin embargo, el alcalde de Berlín, Klaus Wowereit prefiere llamar la atención en los muros internos, aquellos que viven en la mente de las personas y que aun dificultan la integración. De todos modos, la sociedad alemana ha dado el ejemplo de reconstrucción de una sociedad golpeada por sus líderes políticos, por las guerras en las que participó y por las potencias extranjeras. Se podría decir que el siglo XX es la historia de Alemania, la misma que hoy, 20 años después, celebra con total justicia un nuevo día sin muros en el horizonte.
Lo primero que hay que enfatizar es que tanto la construcción como la destrucción del Muro de Berlín fueron consecuencias de las políticas implementadas por las grandes potencias occidentales capitalistas por un lado y la URSS por el otro. El muro sentencia una realidad, no es su causa. Así, la separación de facto de Alemania en dos bloques diferenciados y las restricciones a la migración hacia los territorios capitalistas se iniciaron en la década de 1950 creando una frontera interior que a la postre daría forma a dos ‘repúblicas’. Esos dos bloques diferenciados fueron la consecuencia de la primera cuatripartición de Alemania y de Berlín luego de la derrota de los Nazis. Los primeros episodios de la Guerra Fría fueron allí, como el bloqueo de Berlín y el puente aéreo. Luego, quedó claro que Berlín y el sector soviético de Alemania se estaban consolidando como la frontera de la influencia soviética en Europa. La metáfora del premier británico Winston Churchill en la que menciona que en Europa había caído un “telón de acero” parecía cobrar vida en Berlín, pero bajo la forma de un muro de concreto.
La separación real de estos dos modos irreconciliables de ver el mundo, los paradigmas de la democracia liberal capitalista y de la democracia popular socialista no tuvo un símbolo real en los primeros años. Las fronteras entre los bloques eran permisivas aun y el centro de atención se trasladó rápidamente al lejano oriente, con la China comunista y la Guerra de Corea. Paradójicamente el referente más universal de la Guerra Fría no sería una batalla, sino un muro que rodeaba el sector “libre” de la capital de Berlín, pero sus paredes afectaron más a la otra parte, donde los encierros empezaron a manifestarse en casi todos los ámbitos de la vida cotidiana alemana, como ha sido retratado en el extraordinario filme La vida de los otros (2007) de Florian Henckel.
Hacia fines de la década de los ochenta el Muro permanecía inmutable a los acontecimientos que habían calentado y enfriado de modo cíclico la Guerra Fría. Pero los cimientos del comunismo real eran débiles y las reformas de Mijaíl Gorbachov aceleraron la debacle. En Alemania los jóvenes protestaban por los fraudes electorales y la represión del régimen, mientras que las autoridades alarmadas volteaban la cabeza hacia Moscú en busca de ayuda, pero estaban solos y con los días contados. Los sucesos del 9 de noviembre de 1989 fueron una coincidencia cuyo protagonismo estuvo en la prensa y en la televisión. Fue un canal de noticias el que aseguró que los berlineses tenían libre pase por los puntos del control del Muro luego de una confusa orden impartida por el politburó del PC alemán que debía ser aplicada una semana después. Las masas invadieron las calles y se dirigieron con martillos, patas de cabra y hasta con las propias manos hacia ese infame muro que había dividido el corazón de una sociedad. El Muro fue derribado y con él se dio por terminada la Guerra Fría.
A nivel global la caída del Muro de Berlín representa el fin del enfrentamiento de los dos paradigmas más importantes del siglo XX y la aparición de nuevos, como el de la globalización, los regionalismos y el problema medioambiental. Ya no se discute sobre la proliferación de la bomba atómica, sino sobre el terrorismo globalizado. Con el muro se da por finalizado el cortísimo siglo XX (de 75 años de duración), el de las guerras mundiales y la bipolaridad de las potencias. A 20 años de su caída, el Muro –o lo que representaba- nos llama a reflexionar sobre una serie de temas inconclusos, como la dura adaptación de los ex satélites soviéticos a la dinámica del capitalismo neoliberal de los noventas, países en los cuales la esperanza de vida cayó por los suelos y donde hasta en la actualidad hay sectores que recuerdan con añoranza los tiempos soviéticos. O temas irresueltos como la guerra de los Balcanes, producto de la liberación de fuerzas centrípetas en la zona. Más aun, el repliegue y recuperación de la ex URSS, hoy Rusia, como potencia europea y país estratégico en el comercio internacional, gracias a las enormes reservas de gas natural que calientan cada invierno europeo. Por ratos parece en Europa que la Guerra Fría no hubiera acabado, aun se habla de escudos de misiles cuyo rango llega a Moscú, vuelos secretos de la CIA e invasiones rusas a países en donde no están dispuestos a perder influencia. Es sintomático y preocupante a la vez que en Rusia actualmente se esté sublimando la figura de tiranos como Iósif Stalin en la búsqueda de referentes históricos para construir esa nueva nación. El sueño del mundo libre, del fin de la Historia, sigue siendo una utopía.
Un berlinés, eufórico, celebra la caída del muro. Werner Mahler / Agentur OSTKREUZ. (10-11-89)
La larga noche alemana aun pesa en algunos imaginarios. La destrucción comprensible del muro fue seguida por iniciativas de conservación, como piezas de museo viviente, de memoria colectiva –si hay una sociedad que se recuerda su pasado constantemente es la alemana-. Inclusive hay un discurso político construido en base al muro, como el mencionado por la canciller Angela Merkel, en el que enfatiza la unificación ya consolidada y la reconciliación de la sociedad alemana con su pasado. Sin embargo, el alcalde de Berlín, Klaus Wowereit prefiere llamar la atención en los muros internos, aquellos que viven en la mente de las personas y que aun dificultan la integración. De todos modos, la sociedad alemana ha dado el ejemplo de reconstrucción de una sociedad golpeada por sus líderes políticos, por las guerras en las que participó y por las potencias extranjeras. Se podría decir que el siglo XX es la historia de Alemania, la misma que hoy, 20 años después, celebra con total justicia un nuevo día sin muros en el horizonte.
Restos del Muro de Berlín convertidos en piezas de arte moderno. Berlín.
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La enorme cantidad de enlaces que se pueden brindar sobre este tema hace imposible una revisión exhaustiva. Casi todos los medios serios del mundo -electrónicos e impresos- publican editoriales o especiales sobre la caída del Muro. Eso sin contar los miles de blogs que dedican espacio a este tópico. Lo que les brindo a continuación es una selección que les puede interesar.
Especiales periodísticos. Revisar The New York Times, Deutsche Welle, El País, CNN, Le Monde, The Guardian, BBC y este excelente post de Javier F. Barrera que recopila los 20 mejores especiales multimedia sobre el tema. Hay algunos que asombran, todos valen la pena.
Noticias de hoy y de ayer. Más de 3000 artículos (hasta ahora) sobre el tema en Google News. Si quieres ver noticias de época (1989 o antes inclusive) les recomiendo el Google News Archives.
Las artes modernas. El cine y la música en su tiempo criticaron y luego canalizaron los sentimientos sobre el muro y su caída. Muy recomendable es este especial sobre la Guerra Fría y el cine de Canal Sur. Ya habíamos mencionado algo sobre los conciertos de rock en un post anterior, mientras que la Sala de Audiovisuales de la PUCP nos brinda una selección de los filmes que tienen. No son todos, pero los que están son imprescindibles. Ya habrá tiempo para un post aparte sobre este tema.
En la Bitácora. Todos los post publicados sobre la Guerra Fría.
Especiales periodísticos. Revisar The New York Times, Deutsche Welle, El País, CNN, Le Monde, The Guardian, BBC y este excelente post de Javier F. Barrera que recopila los 20 mejores especiales multimedia sobre el tema. Hay algunos que asombran, todos valen la pena.
Noticias de hoy y de ayer. Más de 3000 artículos (hasta ahora) sobre el tema en Google News. Si quieres ver noticias de época (1989 o antes inclusive) les recomiendo el Google News Archives.
Las artes modernas. El cine y la música en su tiempo criticaron y luego canalizaron los sentimientos sobre el muro y su caída. Muy recomendable es este especial sobre la Guerra Fría y el cine de Canal Sur. Ya habíamos mencionado algo sobre los conciertos de rock en un post anterior, mientras que la Sala de Audiovisuales de la PUCP nos brinda una selección de los filmes que tienen. No son todos, pero los que están son imprescindibles. Ya habrá tiempo para un post aparte sobre este tema.
En la Bitácora. Todos los post publicados sobre la Guerra Fría.
3 comentarios:
"la dura adaptación de los ex satélites soviéticos a la dinámica del capitalismo neoliberal de los noventas"
sí pues. mientras la mayoría de comentarios se ha centrado en la caída del totalitarismo soviético, lo cual está bastante bien. lamentablemente pocos se han concentrado en los costos de la adaptación. costos que hasta ahora se siguen pagado en la antigua alemania del este.
Producto de la confrontación entre dos bandos? Vamos, claramente el muro se levanto a instancias de uno de esos bandos. Berlín oriental y Alemania del este no estuvieron "entre dos fuegos" sino que fueron prisioneros de uno de los contendientes.
¿Buenos y malos? La historia no es como la trilogía de Star Wars estimado.
Hay maneras más visibles de imposición y otras más asolapadas, y las dos superpotencias eligieron de todo para mantener en su bando la mayor cantidad de territorio. Evidentemente los soviéticos optaron por la represión directa en Berlín mientras que los norteamericanos hacían lo suyo en Indochina o Centroamérica.
Sin Guerra Fría no hubiera existido el muro. A eso iba mi afirmación. No hay que simplificar las cosas para que se acomoden a lo que uno prefiere.
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