Como cuenta Igue, miembro del blog Ahora... y en la historia, la sensibilidad propia al abordar un tema puede ser vista como una tolerancia al racismo en otro espacio social académico como el universitario liberal norteamericano. O peor aun, el tratamiento del tema usando palabras con carga peyorativa (el término "raza" ha sido reemplazado en el espacio académico peruano por "etnia") puede causar una impresión errónea en el lector no especializado.
A continuación, una "Anécdota californiana":
Como saben los resistentes colaboradores de este blog académico, me encuentro en Santa Barbara, Estados Unidos.
Ayer pasó un incidente interesante en mi vida más bien algo tranquila. Asistí a una excelente ponencia de un investigador peruano sobre los estereotipos que hay en nuestro país contra los negros, o como también se dice allá, la gente morena. Que son ignorantes, indisciplinados, ingeniosos para lo malandro, 'bien dotados' sexualmente, dueños fehacientes del baile, el deporte... de la 'quimba', además del puesto de porteadores funerarios. Esto último, lamentablemente, rebasa el estereotipo y se cumple con religiosidad…
Lo que más me gustó de la presentación fue la proyección de imágenes de caricaturas, historietas y dibujos animados en que estos estereotipos se materializan. Sencillamente alucinante. Muy buen material. Vayan a la Hemeroteca Nacional a revisar este capítulo 'negro' en la historia del periodismo. O mejor aun, si desean contactar al autor de la ponencia y próxima tesis, envíenme un correo electrónico.
Pues bien. El evento tuvo lugar en una pequeña sala reservada por el Departamento de Latin American & Iberian Studies: ambiente latinoamericanista, de seminario, 'free food' como dicen aquí (hay una interesante creencia de que lo académico de por sí no tiene acogida), profesores y alumnos ansiosos por demostrar su valía intelectual, quizá más que el propio ponente.
Por supuesto que yo no me quedaba atrás, y preparaba mis preguntas magistrales. Ya que el tema era el racismo en el Perú, decidí, como peruano, contar a los presentes que esas imágenes me parecían graciosas y me causaban hilaridad. La cosa empeoró cuando se proyectaron videos del 'Negro Mama'. Mi acompañante, también peruana, no pudo reprimir una risita y enseñarme su linda dentadura. Todo ello me iba convenciendo de la pertinencia del testimonio.
Bueno. Sucede que realizo mi comentario y planteo la pregunta de por qué a muchos peruanos lo mostrado nos da gracia. Sólo el ponente aborda la cuestión. Pero la concurrencia... un silencio que sólo puedo calificar de 'sepulcral', ya que mi intervención fue enterrada inmediatamente. Pero fuera de bromas, este incidente realmente me ha dejado intrigado y fascinado. Qué interesantes son las diferencias culturales y políticas.
Reconstruyo: mi intervención fue evaluada como 'políticamente incorrecta' por la asistencia. Sigo: esta reacción es independiente de la opinión: varios amigos me dijeron sotto voce luego que comparten la risa (me engañan como buenos amigos); otras personas habrán pensado que el comentario fue inocente, inoportuno, pero esperable en un extranjero (espectaban Borat 2); y vi que un tercio final tenía la palabra "racista" dibujada en el semblante. Todo ello resulta indiferente. Una vez que el tabú es alcanzado se instaura el pánico general y el desenlace es impredecible.
Esta anécdota californiana me ha hecho aprender en carne propia que en este país llamado Estados Unidos de América el peso de la historia de segregación racial es fortísimo, y no porque continúe la segregación, sino porque el combate contra su legado es incesante. Por eso creo que es incorrecto subestimar el significado del triunfo de Obama.
Mi pregunta es, sin embargo: ¿qué tienen que ver estas políticas raciales con el Perú? Si un sketch (del cual no soy fan) me arranca una sonrisa, ¿soy "racista"? Tal vez sí, tal vez no... Sería interesante analizar la cuestión en vez de silenciarla. Mi sensación es que en este país los estudios latinoamericanos están siendo limitados por tabúes (muy válidos y necesarios) que corresponden a un debate político-académico estrictamente estadounidense.
Si estos tabúes son importados acríticamente a la academia latinoamericana, estaríamos negándonos la posibilidad de teorizar y diagnosticar una realidad con racismos propios que igualmente reclaman urgente solución.
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